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Los Santos Inocentes. (F). Rojo.
1Jn 1, 5—2, 2; Sal 123, 2-5. 7-8.

Evangelio según San Mateo 2, 13-18

Después de que los magos partieron de Belén, el ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».

José se levantó y esa misma noche tomó al niño y a su madre y partió para Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

Cuando Herodes se dio cuenta de que los magos lo habían engañado, se puso furioso y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, conforme a la fecha que los magos le habían indicado.

Así se cumplieron las palabras del profeta Jeremías: En Ramá se ha escuchado un grito, se oyen llantos y lamentos: es Raquel que llora por sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya están muertos.

Noche de paz

Canto paz por quienes enmudecen
porque sienten su ausencia y su tardanza,
los que sufren, perdida la paciencia,
quienes callan, cautiva la esperanza.

Pido paz, que muchos no la alcanzan
si falta de sus mesas el sustento,
si olvidaron sus cuerpos los abrazos,
si pueblan sus hogares los silencios.

Digo paz, y anunciarla ya es canto
de niño, Verbo, carne y Dios eterno,
que incendia con ternuras lo apagado,
que da lumbre y abrigo a tanto invierno.

Hablo paz, villancico y misterio,
que convierte una noche en Noche Santa.
Rezo paz, miro al mundo y prometo
cantar la paz para quien no la canta.

José María Rodriguez Olaizola, SJ.