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Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia. (MO). Blanco.
Hech 14, 5-18; Sal 113B, 1-4. 15-16.

Evangelio según San Juan 14, 21-26

A la hora de pasar de este mundo al Padre, Jesús dijo a sus discípulos: “El que recibe mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él”. Judas –no el Iscariote– le dijo: “Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?”. Jesús le respondió: “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho”.

Jesús bautiza a sus apóstoles contra el miedo

La tarde del primer día de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se hallaban los discípulos por temor de los judíos, vino Jesús y, puesto en medio de ellos, les dijo: «La paz sea con vosotros» (Jn 20, 19) Han pasado. Señor, ya veinte siglos de tu resurrección y todavía no hemos perdido el miedo, aún no estamos seguros, aún tememos que las puertas del infierno podrían algún día prevalecer si no contra tu Iglesia, sí contra nuestro pobre corazón de cristianos. Aún vivimos mirando a todos lados menos hacia tu cielo. Aún creemos que el mal será más fuerte que tu propia Palabra. Todavía no estamos convencidos de que tú hayas vencido al dolor y a la muerte. Seguimos vacilando, dudando, caminando entre preguntas, amasando angustias y tristezas. Repítenos de nuevo que tú dejaste paz suficiente para todos. Pon tu mano en mi hombro y grítame: No temas, no teman. Infúndeme tu luz y tu certeza, danos el gozo de ser tuyos, inúndanos de la alegría de tu corazón. Haznos. Señor, testigos de tu gozo. ¡Y que el mundo descubra lo que es creer en ti!

José Luis Martín Descalzo