Vigilia Pascual en la Noche Santa. Blanco.
Gn 1, 1—2, 2; Salmo Sal 103, 1-2a. 5-6. 10. 12-14ab. 24. 35; Gn 22, 1-2. 9a. 10-13. 15-18; Sal 15, 5. 8-11; Éx 14, 15—15, 1; Éx 15, 1-6. 17-18; Is 54, 5-14; Sal 29, 2. 4-6. 11-12. 13; Is 55, 1-11; Is 12, 2-6; Bar 3, 9-15. 32—4, 4; Sal 18, 8-11; Ez 36, 17a. 18-28; Sal 41, 3. 5; 42, 3-4; Rom 6, 3-11; Sal 117, 1-2. 16-17. 22-23.
Evangelio según San Marcos 16, 1-8
Pasado el sábado, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes para ungir el cuerpo de Jesús.
A la madrugada del primer día de la semana, cuando salía el sol, fueron al sepulcro. Y decían entre ellas: “¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?”. Pero al mirar, vieron que la piedra había sido corrida; era una piedra muy grande.
Al entrar al sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca. Ellas quedaron sorprendidas, pero él les dijo: “No teman. Ustedes buscan a Jesús de Nazaret, el Crucificado. Ha resucitado, no está aquí. Miren el lugar donde lo habían puesto. Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que él irá antes que ustedes a Galilea; allí lo verán, como él se lo había dicho”.
Ellas salieron corriendo del sepulcro, porque estaban temblando y fuera de sí. Y no dijeron nada a nadie, porque tenían miedo.