Yo os diría
que todo se puede resumir
en ser amigos de Cristo,
pero amigos verdaderos.
Él ya nos ha elegido por amigos:
“Vosotros sois mis amigos”.
Ahora es necesario
que nosotros le elijamos a Él
como amigo nuestro,
pero amigo de verdad,
como nuestro mejor amigo.
Para convertirnos a Él,
para unirnos más íntimamente a Él,
para identificarnos con Él,
no hay camino más recto
que el que pasa por la Eucaristía.
Pedro Arrupe, SJ.